(A Miriam Mirelles)
En este Valle del apamate
siguen mis pies largos
senderos
y un elefante,
en su piel de anciano,
captura mis pensamientos.
Un lago inmisericorde
empuja el terraplén
se come los edificios
con aguas negras preñadas de mosquitos
que bordan un telar de rebeldía
y buscan refugio las vidas cuyos sueños
son empujados al olvido.
Taty Hernández Durán ©
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