"Las letras son de Dios,
el alfabeto es nuestro".
Blas Coll -heterónimo de Eugenio Montejo-
Quedamos en la orfandad:
Nos dejó el Maestro Eugenio Montejo: Nuestro Eugenio Montejo se marchó como anduvo entre nosotros: silencioso, sin estruendos, sin aspavientos. Maestro insigne, predicó con su obra y vida. Estudioso y escultor de la palabra. Venezuela, América, el mundo sintió esta voz que dibujó un horizonte definitivo en la poesía venezolana y latinoamericana. Se nos va un árbol de los fundamentales: "Si vuelvo alguna vez/ será por el canto de los pájaros. No por los árboles que han de partir conmigo/ o irán después a visitarme en el otoño,/ ni por los ríos que bajo tierra/ siguen hablándonos por sus voces más nítidas./ Si al fin regreso corpóreo o incorpóreo, / levitando en mi mismo/ aunque ya nada logre oir desde la ausencia,/ sé que mi voz se hallará al lado de sus coros/ y volveré, si he de volver, por ellos;/ lo que fue vida en mí no cesará de celebrarse,/ habitaré el más inocente de sus cantos" Inscribió su huella en la literatura universal de una forma tranquila, serena. Nos deja una proposición que se paseó desde la poesía hasta la narrativa incluso. La crítica artística también era parte de su preocupación. Amén de la dedicación a la difusión de la poesía en los diferentes Talleres dictados por el poeta, recordamos entre otros su Taller azul. El país que amaba y le amó le rinde hoy tributo. El sentimiento de orfandad es natural para todos los que seguimos al escritor.Se van con él sus amigos inolvidables: Su inseparable Blas Coll, Sergio Sandoval, Tomás Linden, Eduardo Polo, Lino Cervantes entre muchos que quedaron boceteados. En su poemario Paritura de la Cigarra leíamos ya una despedida metafóricamente ubicando a la cigarra=poeta “ Está alumbrando ahora desde una estrella, lejos,/ está dormida fuera de su música,/ soñando que podemos cantar lo que cantaba,/ ella y su verde silencio compacto,/ ella y el grito que inventa su quimera,/ lo que canta en nosotros desde su ceniza.” Versos sencillos y con la profundidad del que se sabe firme, pero de paso. Igual que en el poemario anterior Adiós al Siglo XX Veamos estos versos: "Cruzo la calle Marx, la calle Freud; ando por una orilla de este siglo, /despacio insomne, caviloso/espía ad honorem de algún reino gótico, / recogiendo vocales caídas,/pequeños guijarros/ tatuados de rumor infinito. La línea de Mondrian frente a mis ojos/ va cortando la noche en sombras rectas/ ahora que ya no cae más soledad/en las paredes de vidrio/ Cruzo la calle Mao, la calle Stalin; miro el instante donde muere un milenio/ y otro despunta su terrestre dominio/ Mi siglo vertical y lleno de teorías./ Mi siglo con sus guerras y posguerras/ y su tambor de Hitler allá lejos,/entre sangre y abismo/ Prosigo entre las piedras de los viejos suburbios/ por un trago, por un poco de jazz, / contemplando los dioses que duermen disueltos/en el serrín de los bares, /mientras descifro sus nombres al paso/ y sigo mi camino." Despedimos al poeta ayer en su Valencia querida y sentida, despedimos al poeta recordando sus versos del poema Caracas "Tan altos son sus edificios/ que ya no ve nada de mi infancia" Le ofrecimos nuestro adiós momentáneo hasta cuando nos corresponda hacernos compañía en la tertulia de los árboles. María del Rosario Chacón Ortega. Maracay, 07 de junio 2008
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