Crónicas De Un Encuentro Metaonírico: El Valor Eterno De Lo Que Somos
Por Karina Rieke
Mí querida Miriam Mireles:
Muchísimas gracias por tanto Cariño y por permitirnos conocer ese don de gente que te hace tan única entre nosotros y por realizar con tanta valentía y exactitud uno de los eventos mas especiales de nuestra historia literaria. Creo que la belleza de tu alma y las de tus montañas conspiraron muy sutilmente para enredarnos en esa magia del dar y reproducir lo mejor de nosotros. La madurez cautivadora de cada una de las conferencias, la fogosidad literaria de los recitales poéticos, más el entusiasmo reverente de sus poetas se confabularon estableciendo una dimensión exclusiva de lo insigne de la creación, que se reducen en la excusa mas elemental de Jorge Piña, "ser más y mejores seres humanos".
Este fue un Congreso Metapoético único por toda la suma de sus valores agregados, como los chistes y bromas del poeta/fotógrafo Alfredo Cedeño, que de alguna manera eran necesarios para sacarnos y traernos de nuevo a una realidad más existente que él logra con mucha frescura, simpatía pero a la vez ternura.
La hermosura y elegancia de Carmen Virginia, una mujer que brilla por la exactitud de sus palabras y la inteligencia de saber interpretar y analizar con tal propiedad literaria como no es posible reproducir.
El talento, compañerismo y las ocurrencias de nuestra Maga, Taty, que sabe ponerle el punto esencial, fundamental, ineludible para alcanzar la elevación de todo lo que ya conocemos para redescubrimos proporcionadamente con ella, una mujer que rompe con todas las barreras de las nacionalidades para convertirse en un ser universal logrando con ella transformarnos a todos.
Una interesante nota Metapoética fue haber conocido a Luis Gilberto Caraballo y su Encuentro con el Sur, y conocer esa voz oculta de la auto reflexión y la auto lectura narcisista, repletas de imágenes y signos metapoéticos.
Los poetas Jóvenes que sin duda le dieron un valor sempiterno al congreso con su poesía tierna e intensa, una poesía nueva pero eterna.
La presencia exclusiva de Ramón González Paredes un poeta que impone el amor con sus voces y señales poéticas, un poeta que cohabita con el espacio ofreciendo el esplendor y exquisitez que solo el tiempo exterioriza en este juego de palabras, que individualmente viven en su historia pero cuando lo conocemos, él nos la brinda haciéndola exclusivamente nuestra.
La presencia familiar de un equipo de trabajo que nos mostró la esencia oriunda del ser, una familia que es poesía misma, el decir-hacer de lo que soñamos.
Mágicamente nos encontramos con un público insobornable, leal y más que todo presente, estelarizado por Julia Elena quien dinamizó magistralmente su espacio, nuestro espacio, retándonos a reproducir y reproducirnos en el onirismo de lo que cavilamos y departimos.
Por último, Elizabeth y Eduardo, dos argentinos que nos mostraron la bahía de Cata, y nos platicaron de una Venezuela hermosa, perpetua e imperecedera con tal devoción, intensidad y entusiasmo que siempre recordaremos y acarrearemos dignamente en nuestras almas, ellos dignifican la grandeza y desprendimiento de lo que nos hace sin duda, eternos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario